La formación germana ratifica su imbatibilidad en la era híbrida del Mundial de Fórmula 1. El 1-2 obtenido en este Gran Premio de la Emilia Romagna les otorgó los puntos más que suficientes para coronarse por séptima ocasión consecutiva Campeones de Constructores, una hazaña que supera la marca que estableció Ferrari en su periodo de hegemonía con Michael Schumacher. Lewis Hamilton se adjudicó el triunfo después de ejecutar un magnífico overcut tanto a Max Verstappen como a Valtteri Bottas. El holandés abandonó por culpa de un reventón aprovechado por Daniel Ricciardo para subir al podio por segunda vez con el mono de Renault.
El retorno del Autodromo Enzo e Dino Ferrari al Mundial de Fórmula 1 nos regaló una carrera en la que los sobresaltos se reservaron para los últimos giros. La aparición del Safety Car en la vuelta 51 reagrupó al pelotón y, si bien no afectó al dominio de Mercedes al frente del mismo, sí que añadió una sumamente elevada dosis de emoción a la lucha por el último escalón del podio entre los equipos de la clase media.
Las hostilidades comenzaron con una mala arrancada de Lewis Hamilton desde la segunda plaza, en la que fue superado por el Red Bull de Max Verstappen. Al contrario que en recientes actuaciones, Valtteri Bottas mantuvo la compostura y completó el giro inicial en cabeza. Como de costumbre, ambos Mercedes y el RB16 del holandés establecieron claras diferencias con el resto de la parrilla, pero rodaron siempre enfrascados en escasos segundos, lo que habilitaba la posibilidad de adelantamientos mediante estrategia debido a las dificultades que entrañaban esas maniobras en una pista tan estrecha.
Por detrás, Daniel Ricciardo y Pierre Gasly marcaban el ritmo entre los mortales, grupo del que se descolgó Lance Stroll al romper parte de su alerón delantero en un ligero toque con el Renault de Esteban Ocon. El canadiense de Racing Point se vio obligado a pasar por boxes a reemplazarlo, cayendo al fondo de la clasificación junto a Kevin Magnussen, que trompeaba en Tosa tras entrar en contacto su Haas con el Ferrari de Sebastian Vettel. Posteriormente, el AlphaTauri del vencedor del GP de Monza se retiraba por un problema terminal cuando se acercaba peligrosamente al cuarto puesto.
Los primeros pit-stops tuvieron lugar en torno a la decena de vueltas, intentando con ellos Charles Leclerc rebasar a Ricciardo con un undercut. Sin embargo, desde el muro de la firma del rombo reaccionaban y el australiano aguantaba por delante de un monegasco que se encontraba inmediatamente seguido por Alexander Albon, Daniil Kvyat y Lando Norris. En McLaren decidían alargar el stint de Carlos Sainz y sacar tajada del tráfico que sus rivales habrían de sortear, táctica que, a la postre, le situaría en el mismo lugar que ocupaba anteriormente, es decir, antecediendo al MCL35 #4.
Mientras tanto, Bottas incrementó el ritmo y se construyó un margen para evitar sorpresas por parte de los ingenieros de Red Bull. Aunque Verstappen paró antes que el finlandés, el #77 no cedió su plaza. Sin embargo, se toparía con la amenaza de su propio compañero de equipo, que se dedicó a encadenar sectores en morado con sus neumáticos de más de veinte vueltas con la intención de matar dos pájaros de un tiro. Para más inri, Bottas recibía por radio unas palabras poco alentadores por parte de su ingeniero, que le informaba de daños considerables en el fondo plano.
A espaldas del trío intocable, Ricciardo y el grupo perseguidor lidiaron con un Kevin Magnussen que formó un tren de seis monoplazas, excelentes noticias para Sergio Pérez. El de Racing Point partía undécimo, pero equipando el preferible compuesto medio, y su constancia en los tiempos le valió la P4 provisional una vez y cambió de calzado.
En la vuelta 30, la avería de Esteban Ocon y el Virtual Safety Car que esta motivó facilitaron la jornada a un impecable Hamilton, que exprimió todo y más a sus Pirelli. La recompensa a su entrega e insaciable hambre de éxitos, un liderato de cinco segundos. Mientras el #44 se dirigía a su nonagésimo tercera victoria, Bottas sucumbía a la presión de Verstappen y erraba en la entrada a Rivazza, un fallo que le costó caro frente al #33 y la compañía de su DRS en la recta principal.
Cuando los lugares de podio parecían claramente establecidos, un repentino reventón en la rueda trasera izquierda del Red Bull de Verstappen, que se quedaba encallado en la grava de la Variante Villeneuve, hizo que interviniese el Coche de Seguridad y se dinamiten las distancias entre bólidos. Los Mercedes paraban a por blandos y en Racing Point también llamaban a Pérez, una decisión que les privó de la medalla de bronce.
En la reanudación, a falta de apenas seis vueltas, Daniil Kvyat y el frescor de sus zapatos le propulsaron de P7 a P4, sorprendiendo a Pérez, Leclerc y, en mayor medida, a un Albon que luego trompearía, cerrando el fin de semana en las profundidades de la clasificación, un resultado que precisamente no ayuda a su futuro en Red Bull. Los Mercedes continuaron a lo suyo, cruzando bajo la bandera a cuadros con Lewis Hamilton como vencedor y el título de Constructores garantizado.
Ricciardo logró contener al desatado Kvyat y volvió a figurar en P3 con un Renault que evoluciona positivamente. El ruso de AlphaTauri, necesitado de brillar, precedió en la tabla a Leclerc y a un decepcionado Pérez, víctima de la estrategia de la futura estructura oficial de Aston Martin. Carlos Sainz y Lando Norris finalizaron en P7 y P8, respectivamente, con los Alfa Romeo de Kimi Räikkönen y Antonio Giovinazzi completando la zona de puntos días después de anunciarse su renovación con la estructura de Hinwil.
Williams acarició de nuevo los puntos. George Russell era décimo, pero en el periodo de Safety Car su FW43 impactó extrañamente contra las barreras y arruinó sus opciones a estrenar el casillero. Nicholas Latifi, por su parte, finalizó undécimo. Sebastian Vettel, condenado por una pistola en el box que le añadió diez segundos a su única parada, se «contentó» con el duodécimo puesto, seguido por Stroll y Grosjean.
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