Las historia de Audi y de Hannu Mikkola en el Mundial de Rallyes cruzaron sus caminos allá por la temporada 1980. En ella, el piloto originario de la localidad de Joensuu estrenó un vehículo que cambiaría el rumbo de la especialidad para siempre: el Audi Quattro, artefacto con el que la firma de los cuatro aros destruiría de inmediato los mitos creados en torno a la tracción total en competición. Desde el Rally Urbibel de Algarve de 1980 hasta el Rally de Finlandia de 1987, Mikkola formó parte de la poderosa estructura alemana, la misma con la que consiguió ser Campeón del Mundo en 1983.
Las historia de Audi y de Hannu Mikkola en el Mundial de Rallyes cruzaron sus caminos allá por la temporada 1980. En ella, el piloto originario de la localidad de Joensuu estrenó un vehículo que cambiaría el rumbo de la especialidad para siempre: el Audi Quattro, artefacto con el que la firma de los cuatro aros destruiría de inmediato los mitos creados en torno a la tracción total en competición. Desde el Rally Urbibel de Algarve de 1980 hasta el Rally de Finlandia de 1987, Mikkola formó parte de la poderosa estructura alemana, la misma con la que consiguió ser Campeón del Mundo en 1983.
Durante la noche del pasado viernes circuló por las redes sociales una noticia que sacudió por completo al automovilismo internacional: el finlandés Hannu Mikkola había fallecido a los 78 años de edad, sucumbiendo al cáncer que padecía. Uno de sus dos hijos, Vesa, confirmó con pesar la pérdida de una persona que levantó pasiones durante más de tres décadas en el Mundial de Rallyes y que, como persona, dejó una huella imborrable en el parque de asistencias.
Mikkola debutó en competición el 13 de julio de 1963 al volante de un Volvo 444 en el Rally Kuopio, prueba que concluyó en la séptima posición. En las temporadas posteriores se seguiría formando en las ultrarrápidas pistas de su país, en las que cosechó su primera victoria en noviembre de 1966 y empleando un Volvo 122. Con unas magníficas aptitudes en su tierra, el finlandés volador probó suerte en rincones de Europa como Francia, Gran Bretaña, República Checa y Grecia, sobre los que también destacó por una velocidad que le valdría un asiento oficial con Ford para el Campeonato de Europa de 1969.
Empleando un Escort Twin Cam, Mikkola logró una victoria en el exigente Rally de Acrópolis, pero sus constantes salidas de carretera truncaron sus aspiraciones al título. A pesar de ello, Ford renovó su apuesta por el joven valor nórdico hasta que este decidió en 1974 unir fuerzas con Toyota y sus Corolla Levin de propulsión. Ya con experiencia en cualquier tipo de superficies y éxitos tan variopintos como triunfos en Nueva Zelanda, Kenia, Marruecos y Escocia, además de un 1000 Lagos en el que se había impuesto ya en cinco ocasiones, Mikkola aspiraba a convertirse en campeón del Mundial de Rallyes creado en 1973.
No obstante, fue en su regreso a Ford cuando exhibió un nivel de conducción con el que se desquitó del papel de promesa para colgarse el de contendiente a la corona. Con un amplio programa deportivo que contemplaba el nacional británico y varias incursiones al europeo, Mikkola concluyó tanto el curso 1979 como el siguiente haciéndose con la medalla de plata en el Mundial. La consecución del oro era cuestión de tiempo, pero el nórdico acortó distancias al firmar con Audi, un movimiento que se catalogaba en la época como una auténtica locura al centrarse los alemanes en el desarrollo de un cuatro ruedas motrices.
Los coches de tracción total parecían vetados por las marcas involucradas en los rallyes. Las experiencias pasadas de BMW y Saab, caracterizadas por un subviraje excesivo, no amedrentaron lo más mínimo a Audi, que tras conseguir el beneplácito de la FISA -el equivalente en la actualidad a la Federación Internacional de Automovilismo- se puso manos a la obra en el desarrollo del Audi Quattro, un proyecto que abordaron con ilusión y la precisión de un reloj suizo. Antes de homologarlo el 1 de enero de 1981, Hannu Mikkola ofició de coche 0 en el Rally Urbibel Algarve portugués, escenario en el que disiparon cualquier duda sobre la efectividad del sistema 4WD.
Integrándose en el Mundial con Hakkinen como líder del equipo, Audi certificó su primera victoria en el certamen en el Rally de Suecia de 1981, es decir, en su segunda prueba oficial. Hannu Mikkola y su navegante Arne Hertz protagonizaron un recital en lo que a gestión se refiere y aprovecharon la inmensa superioridad del artefacto germano en las deslizantes condiciones para finalizar el evento invernal con una ventaja de 2′ sobre el Ford Escort RS1800 que tripulaban Ari Vatanen-David Richards. Sin embargo, la inexperiencia de Audi en el campeonato pesó sobremanera en su campaña de estreno, aunque en 1982 Michèle Mouton-Fabrizia Pons rozaron la gloria con lo aprendido junto a Mikkola.
En 1983, llegaría el cambio de normativa que consagraría definitivamente a Hannu Mikkola. Los Grupo B eran una realidad cargada de potencia. Con un bloque motor de aluminio y un motor que entregaba 370 CV, Audi se postuló como indiscutible favorito en la nueva era del Mundial de Rallyes. Maximizando sus conocimientos y sus excepcionales habilidades en el asiento de la izquierda, Mikkola dirigió al Audi Quattro A2 hacia el entorchado con cuatro victorias a su nombre. En unos tiempos en los que se contabilizaban los siete mejores resultados a lo largo del curso, Mikkola únicamente retuvo victorias y segundas posiciones, un balance inmejorable con el que se inscribía eternamente en los libros de historia del deporte. En 1984, Mikkola cedió el trono a su compañero de equipo Stig Blomqvist, pero contribuyó decisivamente al éxito de Audi en el apartado de marcas.
Con la amenaza de Peugeot en el horizonte, Audi se vio obligada a evolucionar la herramienta de trabajo de Mikkola para continuar luchando por las cotas más altas. Mientras la firma del león arrasó en 1985, sus vecinos germanos trabajaron en la incorporación de un salvaje motor que ofrecía una potencia superior a los 500 CV, una caja de cambios de 6 marchas y unos apéndices aerodinámicos exuberantes que harían del Audi Sport Quattro un arma temible, tanto para conducir como para derrotar. Aunque estaba relegado a apariciones puntuales con las que ayudar a su formación en la clasificación de constructores, Mikkola domó la bestia en sus participaciones en el Mundial y la refinaba cuando competía fuera de él. Un rocambolesco Rally de Costa de Marfil pondría un amargo punto y final a la vida del Quattro en 1986, cobrándose como víctima colateral al propio Mikkola.
Por otra parte, la entrada en escena de la normativa Grupo A desencaminó a Audi de la especialidad debido a la falta de competitividad de sus coches. A pesar del importante déficit en prestaciones con respecto a, por ejemplo, los Lancia Delta HF, Mikkola mantuvo su fidelidad a la marca con la que alcanzó el sueño que imaginaba desde que dirigía aquel Volvo 444 en las carreteras de Finlandia. Al menos, la relación Audi-Mikkola terminó con una victoria en el Safari Rally de Kenia, la antepenúltima ronda que disputaron antes de separar sus destinos. Los de los cuatro aros fijaron sus objetivos en los circuitos y el finlandés volador permaneció en el Mundial de Rallyes con el Mazda Rally Team Europe.
Los comienzos con el 323 4WD estuvieron cargados de contratiempos mecánicos y Mikkola solamente arribó a la meta del Rally de Suecia en el cuarto lugar. Mazda remontaría el vuelo progresivamente en términos de fiabilidad, pero el rendimiento del Mazda 323 4WD, al igual que el del 323 GTX que introdujeron a mediados de 1990, impidió a Mikkola cerrar su extensa trayectoria deportiva con positivas sensaciones el día 29 de agosto de 1993. Eso sí, su legado perdurará en la memoria de los aficionados al automovilismo y en los museos de Audi por siempre.