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El piloto del sur de Tenerife cosechó en la rampa palmera su primer triunfo con el Porsche 991 Turbo. Su progresión con el artefacto alemán alcanzó la cima en el templo de la velocidad del archipiélago. Sin embargo, el resultado no fue lo más importante para el hombre de GT3 Group. En sus participaciones anteriores, diversos contratiempos habían ralentizado su periodo de adaptación al vehículo de la marca de Stuttgat. El trabajo realizado en Barlovento le permitirá, a partir de la próxima prueba que dispute, centrarse única y exclusivamente en ajustar la montura al singular asfalto canario.

Nauzet Brito arriesgó con la adquisición del Porsche 991 Turbo. El tinerfeño apostó por una montura radical y habituada a competir en circuitos. El periodo de adaptación exigiría infinidad de kilómetros, primero para comprender el funcionamiento del artefacto en carretera y luego para adaptarlo al abrasivo firme del archipiélago canario. Además de esos retos, el hombre de GT3 Group ha tenido que lidiar con varios contratiempos que le han impedido centrarse en la conducción y en los reglajes.

La 13ª Subida Guía de Isora fue la rampa escogida para estrenar un vehículo que, mediante las imágenes difundidas en las redes sociales, había captado la atención de la afición canaria. Los impresionantes componentes aerodinámicos y las cifras de potencia asombraban. El coche reunía los ingredientes necesarios para convertirse en un monstruo de la montaña. Antes de llegar a ese punto habría que afinar sus parámetros, tarea que en la ascensión isorera ni siquiera pudo comenzar.

Los reductores de velocidad situados el enlace entre las asistencias y la salida de la prueba organizada por Escudería Isora Tance Motorsport terminaron con la vida del embrague del Porsche. Brito apenas completó la manga de entrenamientos, es decir, poco más de cinco kilómetros. Ese bagaje impedía extraer conclusiones fidedignas e identificar en la dirección hacia la que trabajar en el parón hasta el siguiente evento, que sería la 27ª Subida San Miguel, recuperada después de tres temporadas.

El problema de los badenes no existiría en su segunda incursión. Sin embargo, y también en los entrenos, la bomba de la gasolina ocupó el lugar del embrague en el apartado de quebraderos de cabeza. En los kilómetros de la zona baja el artefacto alemán funcionaba a la perfección, pero en las proximidades de la parte de meta unos inesperados rateos truncaron su fin de semana. Cruzó por meta con el cuarto mejor registro, aunque posteriormente no tomaría la partida en la primera oficial.

Los mecánicos invirtieron el tiempo del que disponían en solventar la avería para que así Brito tuviese la posibilidad de establecer un crono y figurar en la clasificación final. Los cambios en la configuración volvían a posponerse a otra ocasión. Al menos, los integrantes de su equipo encontraron un remedio que permitió al representante de Escudería Zapatera Sport hacerse con la medalla de plata y acumular más experiencia al volante de su voluminoso Porsche. El balance global era, de nuevo, mejorable.

La 43ª Subida a Barlovento, cita en la que el natural de Tenerife defendía la victoria lograda en la anterior edición, tampoco arrancó libre de incidentes. Justo en la última curva de la escalada palmera se volvieron a reproducir los rateos. Nauzet no escondió su preocupación en las declaraciones que ofreció a los compañeros de los medios radiofónicos. La atención volvería a centrarse en la asistencia, aunque en esta ocasión jugarían con una carta de gran ayuda, la de unos descansos más largos de lo normal.

Al celebrarse en una vía clave en las conexiones de la isla, los responsables de la ronda barloventera abren la carretera al tráfico entre cada manga durante un periodo aproximado de media hora. Esto otorgaba un margen de maniobra mayor que el de los eventos anteriores. En las carpas de GT3 Group lo aprovecharon al máximo y erradicaron, al fin, el problema de la bomba de gasolina. Brito, con su coche a pleno rendimiento, revalidó el triunfo y, lo más importante, cerró el capítulo de inconvenientes.