El vigente campeón del Campeonato de Tenerife de Montaña empezó la temporada con una primera posición en la 9ª Subida al Boquerón. Aunque las diferencias en la clasificación invitan a pensar en un triunfo confortable, el incesante trabajo de sus mecánicos en la asistencia confirma todo lo contrario. El piloto de Santa Úrsula abortó la ascensión de entrenos por una avería en su Ford Fiesta R5+. Un error que él mismo cometió en la tarde anterior al día de la competición obligó a los integrantes de su equipo a entregarse en una reparación que terminó justo antes del arranque de las mangas oficiales.
Juan Carlos Brito empezó la defensa de su título en el Campeonato de Tenerife de Montaña con una victoria en la 9ª Subida al Boquerón. El piloto de Santa Úrsula impuso su excepcional estado de forma para derrotar a Carlos Hernández y su Porsche 911 991 GT3 por un margen de casi tres segundos. Sin embargo, la consecución del primer triunfo de la temporada fue mucho más compleja de lo que indica esa diferencia. La dificultad la añadió un error del actual campeón al acabar las verificaciones técnicas.
El menor de la saga Brito condujo su Ford Fiesta R5+ hacia el parque cerrado nocturno. Al salir de este cometió el fallo que casi le cuesta comenzar el año sin puntos en el casillero. «Dejé el contacto puesto», asegura el integrante del equipo Evolución Car. La equivocación supuso la pérdida de toda la energía eléctrica acumulada en la batería. Juan Carlos no se dio cuenta del problema hasta una hora antes del inicio de la prueba. Mientras el resto de coches marchaban a sus asistencias, el suyo no arrancaba.
Gracias a que su padre Félix disponía del repuesto necesario, los mecánicos de Juan Carlos lograron resucitar el vehículo a poco más de treinta minutos para que el primer participante tomase la salida en los entrenamientos. El carácter oficial de esta manga obligaba al santaursulero a, mínimo, reaccionar a la señal luminosa. Sin dirección asistida en su montura, Brito decidió apartarse en la escapatoria más cercana. Así regresó más pronto a su carpa, en la que sus ayudantes continuaron trabajando a destajo.
Después de cambiar diferentes elementos en el tren delantero, el Ford regresó a sus condiciones de funcionamiento normales. A pesar de la desventaja que supuso abortar los entrenos, Juan Carlos consiguió obsequiar a los componentes de su estructura con un resultado inmejorable. «Sin el equipo no habría conseguido nada. La victoria fue más valor de ellos que mío», comenta. Además de a este contratiempo, Brito supo reponerse a un nerviosismo que había llegado a «afectar a mi concentración».
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