La espera del continente africano por retornar al Mundial de Rallyes superó la mayoría de edad. En una lejana temporada 2002, los británicos Colin McRae-Nicky Grist inscribían por tercera vez su nombre en una de las pruebas más exigentes del automovilismo en sus diferentes modalidades: el Rally Safari de Kenia. En aquellos tiempos, los itinerarios sumaban una cantidad desorbitada de kilómetros de competición inaccesibles con la normativa actual, pero los organizadores se han adecuado a la misma y vuelven a la élite con la esencia de siempre, la de premiar el espíritu de supervivencia.
La espera del continente africano por retornar al Mundial de Rallyes superó la mayoría de edad. En una lejana temporada 2002, los británicos Colin McRae-Nicky Grist inscribían por tercera vez su nombre en una de las pruebas más exigentes del automovilismo en sus diferentes modalidades: el Rally Safari de Kenia. En aquellos tiempos, los itinerarios sumaban una cantidad desorbitada de kilómetros de competición inaccesibles con la normativa actual, pero los organizadores se han adecuado a la misma y vuelven a la élite con la esencia de siempre, la de premiar el espíritu de supervivencia.
Hace dos décadas resultaba impensable imaginarse un calendario del Mundial de Rallyes sin la presencia del extenuante Safari, que con su naturaleza se había ganado un puesto fijo junto a los Monte-Carlo, Finlandia, Gales y Córcega. Pero la temporada 2002 marcó un punto y aparte en la relación entre el certamen automovilístico de carretera de referencia y la prueba keniata. Los organizadores de la ronda africana intentaron a diestro y siniestro recuperar su estatus de indispensable, cumpliendo la misión dieciocho años después de aquel triunfo de Colin McRae-Nicky Grist a bordo del Ford Focus RS WRC.
Sin embargo, la vuelta del Safari no significará revivir aquellos eventos de kilometraje desmesurado, carreteras abiertas y helicópteros de asistencia sobrevolando cada uno de los coches participantes. Esta circunstancia no elimina el factor resistencia de la ecuación, ya que primará la conservación de la mecánica al ataque continuo propio del resto de citas del campeonato. Así las cosas, el itinerario comprende 320.19 kilómetros cronometrados repartidos en cuatro jornadas, en consonancia con lo establecido en el reglamento. Las hostilidades comenzarán mañana miércoles con el ‘Shakedown’ preliminar, centrándose el grueso de la competición en las etapas de viernes, sábado y domingo.
Toyota es la segunda marca más laureada en el palmarés del Rally Safari, empatada a ocho victorias con Ford.
De los prioritarios que se desplazan a África, ninguno ha participado previamente en una ronda que se asemeje al Safari. Los equipos inscritos partirán con un folio en blanco en lo que a experiencia se refiere, motivo que iguala las fuerzas de los veteranos de la categoría con los noveles. No obstante, ante estas novedades frecuentan los positivos resultados que siempre extraen los franceses Sébastien Ogier-Julien Ingrassia, líderes provisionales con el Toyota Yaris WRC. El factor limpieza afectará, pero la importancia de una estrategia inteligente lo compensará sobradamente. Sus compañeros Elfyn Evans-Scott Martin tratarán de arrebatarles la batuta evitando un inicio tan frío como el que les penalizó en Cerdeña. Los finlandeses Kalle Rovanperä-Jonne Halttunen completan la alineación con el ánimo de cambiar la negativa tendencia que les acompaña.
En un dilema moral arriban los integrantes del Hyundai Shell Mobis WRT, especialmente los belgas Thierry Neuville-Martijn Wydaeghe y los estonios Ott Tänak-Martin Järveoja. Sus cosechas recientes les alejan de los defensores de la corona en la lucha por el título, y aquí se halla la cuestión que ronda por sus cabezas: ¿arriesgamos lanzándonos a por el máximo botín posible o, por el contrario, nos guardamos cierto margen para llegar a meta sin problemas? Lo evidente es que necesitan reaccionar, pero con cierta cautela, ya que otro cero en sus casilleros sepultaría prácticamente sus opciones. En el apartado de constructores contarán con el seguro español Daniel Sordo-Borja Rozada, aunque su última incursión concluyó en vuelco y abandono. El i20 Coupé WRC lo tripularán Oliver Solberg-Aaron Johnston en un cambio de última hora.
Con la miel en los labios. Así se ha quedado Hyundai en los dos últimos rallyes. Urge responder a los fallos de suspensión.
Pero si hay una formación que puede sacar petróleo este fin de semana es M-Sport Ford, precisamente los vencedores de la edición celebrada en el 2002. La estructura comandada por Malcolm Wilson destaca por la solidez y eficiencia mecánica de los componentes que se fabrican en Cumbria, ya sean para un vehículo World Rally Car o el Rally5 que conforma el escalón base de la pirámide FIA. Eso sí, hay aspectos que pulir en la fiabilidad de la unidad que habitualmente dirige el británico Gus Greensmith, al que acompañará Chris Patterson. Sus transmisiones han ocasionado más de un quebradero de cabeza, problema que al menos no se ha reproducido en el chasis encomendado a Adrien Fourmaux-Renaud Jamoul, de nuevo con el Fiesta WRC.
En WRC2, de los cuatro equipos inicialmente inscritos hemos pasado a la participación en solitario del Ford Fiesta MKII Rally2 de los checos Martin Prokop-Viktor Chytka. Los Škoda Fabia Evo Rally2 de Andreas Mikkelsen-Ola Floene y Marco Bulacia-Marcelo Ohannesian, han descartado su concurso, al igual que los finlandeses Teemu Suninen-Mikko Markkula con el Ford Fiesta MKII Rally2 de M-Sport.
WRC3 será coto cerrado de los locales, con permiso de los polacos Daniel Chwist-Kamil Heller (Ford Fiesta MKII Rally2). Los conductores de las cinco monturas restantes comparten la nacionalidad keniata, por lo que parten como indiscutibles favoritos. Confiándose en las virtudes de los Volkswagen Polo GTI R5, Onkar Rai-Drew Sturrock, Carl Tundo-Timothy Jessop y Tejveer Rai-Gareth Dawe. Sus compatriotas Karam Patel-Tauseef Khan y Aakif Vironi-Azhar Bhatti se decantan por Ford Fiesta R5 y Škoda Fabia R5, respectivamente.